Paseando por campos de Alcalá de Moncayo disfruté enormemente al convertirme en un espectador de lujo de este, uno más, síntoma inequívoco
de la estación en la que nos encontramos.
Os muestro la fotografías que pude obtener (y que no
reflejan en realidad la enorme belleza del momento) que espero que os sirvan
para aprender a conocer mejor a este habitual pero gran desconocido ave que
frecuenta nuestros campos y que a buen seguro nos estará observando en nuestros
paseos.
Podría haber permanecido horas observando el gracioso “baile”
que estas aves realizaban para cortejar a la hembra, pero finalmente decidí no
permanecer mucho tiempo para no terminar siendo molesto ya que ,por lo normal,
estas aves son muy desconfiadas y huyen en cuanto notan nuestra presencia.
El hábitat preferido del triguero son los campos de cultivo,
en donde se establece pronto, sobre el mes de marzo, aunque no es un
reproductor temprano y esperará a que las hierbas y cereales hayan crecido lo suficiente para que sean
capaces de esconder sus nidos (que elaboran en el suelo).
A este lugar vuelve
año tras año, ocupando la misma parcela de tierra o el mismo hueco del suelo.
A partir de la segunda quincena de marzo muchos trigueros se
han establecido ya en su territorio, pero la gran mayoría no lo hacen hasta la
primera semana de abril. Pronto los machos comienzan a realizar vuelos cortos
en vertical, cerniéndose a baja altura con las patas colgando o volando en
círculos sobre el lugar donde está posada la hembra. De acuerdo con
observaciones de Walpole-Bond (1938), varios trigueros de ambos sexos pueden
llegar juntos a un territorio. Inesperadamente todos comienzan a volar
erráticamente cerca del suelo y a cernirse a baja altura, actitudes parecidas a
las de los estorninos cuando cazan moscas y mosquitos.
Estas evoluciones
pueden descubrir, indudablemente, un significado amoroso, teniendo en cuenta
que sólo son observadas durante la reproducción. En cualquier caso, el macho
tiene a intervalos y en pleno vuelo un curioso temblor en las alas que a veces
llega a ser un débil, pero apreciable, estremecimiento.
También hay nidos en
taludes con no mucha pendiente y zonas de campo improductivo llenas de plantas
parásitas y ortigas. La construcción del nido corre enteramente a cargo de la
hembra, que aporta el material y lo entrelaza. Muy rara vez se ha visto a un
macho acercarse al nido con alguna hierba. El nido es bastante descuidado y
está formado por tallos y hierbas secas, ocasionalmente también verdes, y forrado
en su interior por hierba fina y pelos. Algunos tienen una pequeña ramita de
tojo e incluso musgo.
Textos en: pajaricos.es
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