Es una especie de polilla perteneciente a la
familia Noctuidae. Se encuentra en el centro y sur de Europa, pero
también es un migrante escaso en el Reino Unido, donde se encuentran
principalmente a lo largo de la costa sur.
Tiene una envergadura de 18-25 mm.
Las larvas se alimentan de las flores y semillas
de Varlina vulgaris. Otras especies de plantas de las que se alimenta,
incluye especies de Carlina, así como de especies de Echinops,
Carduus y Cirsium.
Bonete de cura, Evónimo o Husera es
un arbusto de hojas caducas o pequeño árbol de la familia Celastraceae.
Es nativo del centro de Europa, pero
encontrándose también en Irlanda, Escandinavia, España, Sicilia, Lituania
y Asia Menor, donde crece en bosques claros, linderos y llanuras con
matorrales, en suelos ricos en nutrientes y pobres en sales.
Es una planta que alcanza 3-6 metros de altura
con tronco de 20 cm
de diámetro. Hojas caducas, lanceoladas y opuestas estando débilmente
dentadas. Las flores son insignificantes de color verde pálido que se
agrupan en racimos pequeños. El fruto es una cápsula carnosa
de color rosado con cuatro gajos que contienen las semillas.
Propiedades:
Los frutos, secos y pulverizados se
usaban como insecticida contra los ácaros y los piojos.
Contra las afecciones hepáticas y
biliares.
Por vía externa se ha recomendado contra
la sarna.
Por ser tóxico, no es aconsejable su
uso.
Usos:
Es una planta resistente y de madera
dura. En tiempos pasados se usó para
husos textiles y carboncillo.
Es una planta ornamental popular, se ha
usado como planta medicinal.
Son estas unas moscas de gran tamaño, hasta 16 milímetros, con un
largo pterostigma en las alas y la parte final del abdomen muy oscura, casi
negra, mientras que en los primeros segmentos luce dos marcas anaranjadas. Las
patas son completamente negras. El rostro aparece ampliamente cubierto de una
pilosidad blanquecina.
Aparecen tanto en bosques caducifolios como en los bosques
mediterráneos de hoja perenne. Suelen encontrarse sobre troncos soleados o
visitando flores para alimentarse de su néctar.
Las larvas son acuáticas, con un largo tubo que les
sirve de respiradero
Symphoricarpos albus es una especie fanerógama
leñosa en la familia Caprifoliaceae. Es nativa de Norteamérica.
Se encuentra en gran parte de Canadá y el norte de
Estados Unidos donde crece en la montaña con sombra y humedad y en el hábitat
forestal en montes y en las llanuras de inundación y riberas. Puede crecer en
una amplia variedad de tipos de hábitat. Se ha naturalizado en partes
de Gran Bretaña, donde se ha plantado como planta ornamental.
Se trata de un arbusto erecto de hoja caduca,
con un rígido tallo principal ramificado, y a menudo varios más pequeños brotes
a partir de un rizoma. Puede extenderse y colonizar un área para formar un
denso matorral. Alcanza 2,1
m de altura máxima. Las hojas son dispuestos de forma
opuesta en las ramas. Son generalmente ovaladas, y difieren en tamaño y forma,
miden hasta 5 cm
de largo, o ligeramente más grande en los brotes. La inflorescencia es
un racimo de hasta 16 flores. Cada flor tiene un pequeño cáliz, de sépalos en
forma de campana, redondeado la corola que es de aproximadamente 0,5 cm de largo y de color
rosa brillante. El fruto es una baya carnosa de color blanco -como
una drupa- de un centímetro de ancho que contiene dos semillas. La planta se
reproduce por semillas a veces pero es principalmente vegetativa, con la
reproducción brotando de su difusión rizoma.
Las aves dispersan las semillas después de comer la
fruta. Este arbusto es una fuente importante de alimento para algunos
animales y la ganadería, tales como el ganado y las ovejas. Muchas aves y
mamíferos pequeños lo utilizan para comida y cobertura.
Los nativos americanos usaban la planta como una medicina
y un jabón, y a veces por la comida, y la madera era buena para la la
fabricación de flechas.
Este arbusto se utiliza para la erosión de control en las
zonas ribereñas, y se planta en proyectos de restauración ecológica en sitios
perturbados como las minas abandonadas. Sus frutos blancos hacen popular
como planta ornamental.
Talo crustáceo fisurado-areolado, orbicular (hasta 12 cm. de diámetro), de color
naranja-amarillento, con lóbulos periféricos aplanados y ensanchados en el
borde, cubiertos de una capa de pruína blanca en la base. En las partes
centrales el talo tiende a agrietarse formando areolas que ocasionalmente
pueden desprenderse. Es bastante común que el centro del talo esté manchado de
polvo negro y restos del talo.
Los apotecios aparecen en la parte central del talo, aislados
unos de otros, con margen talino del mismo color que el talo y el disco naranja
oscuro. Las esporas son poliloculares y tienen forma de limón.
Familia: Teloschistaceae.
Reacciones: K+ púrpura.
Sustancias Liquénicas: Parietina.
Fotosimbiontes: Algas verdes trebouxioides.
Ecología: Saxícola sobre roca caliza en superficies poco inclinadas
soleadas; también puede aparecer sobre muros de hormigón y cemento.
Distribución geográfica: Región Mediterránea.
Observaciones: Es la especie de Caloplaca más
frecuente en la
Región Mediterránea. El talo orbicular y pruinoso en la base
de los lóbulos periféricos no dejar lugar a dudas para su identificación.
Anteriormente se la conocía como C. callopisma.
Ver 6/12 10:04 en un mapa más grande
El recorrido que habíamos pensado
realizar en principio era el de Añón de Moncayo a Litago (unos 6 km) pero, dada la facilidad
del trayecto decidimos finalmente ampliarlo dando una vuelta que en total nos
supondría realizar 18, 500 km.
Aproximadamente.
El punto de partida lo señalamos
en el camino de las huertas de Añón, a un kilómetro exacto de la rotonda que
nos lleva a Alcalá y a Añón desde la carretera que viene de Vera. Allí, un
desvío a la derecha, casi frente al cauce del río Huerva, nos ofrece un lugar
perfecto para aparvar el coche.
El trayecto es sencillísimo y muy
bien marcado, sin casi posibilidad de
que nos despistemos.
Desde el aparcamiento caminamos
con el Moncayo a nuestro frente hasta llegar a un desvío que se une al camino
que baja de Añón hacia Litago (punto marcado en el mapa). En este lugar un
poste indicador nos señala claramente el camino. Hasta ahora hemos paseado
dejando a nuestros lados huertas de olivos, de vides, almendros, etc…Ahora,
tras cruzar por un caminillo que cruza dos huertos, empezaremos una ascensión
que señalamos como el punto más dificultoso del trayecto, aunque la pendiente
no es de dureza excesiva.
El premio a esta ascensión lo
tendremos nada más llegar al punto más alto de la colina, desde donde podremos
disfrutar de unas hermosas vistas y relajarnos ya que ahora el camino
transcurre por un precioso bosque de carrascas, en donde nos detuvimos para
escuchar el bramido de los corzos que rondaban por el mismo.
Más adelante comenzará el
empinado descenso hacia Litago, en donde tuvimos un desagradable encuentro con
un “simpático” pastor que al vernos con la cámara nos advirtió muy amablemente
que si le sacábamos una fotografía nos abriría la cabeza con su callado. No se
si se trataría de alguna estrella de Hollywood de incógnito, de algún famosillo
de la prensa del corazón que no nos había dado la exclusiva de su bucólico
paseo con las ovejas o de algún político corrupto camuflado, el caso es que
debería haberse dado cuenta de que no éramos paparazzis.
Desde aquí, a la entrada de
Litago, tomaremos un camino que, a nuestra derecha, nos llevará a Trasmoz, a
unos 3 km.
Al poco de tomarlo ya veremos al frente el castillo que parece darnos la
bienvenida. Llegaremos al embalse de La Juncosa, que bordearemos dejándolo a
nuestra derecha, y en donde tuvimos la gran suerte de encontrarnos con un gran
zorro tomando la siesta. Sin pérdida posible, tras un breve ascenso, llegamos a
Trasmoz; deberemos adentrarnos un poco en el pueblo, pero el camino está muy
bien indicado y no tendremos problema alguno en tomar el camino que nos lleva a
Vera de Moncayo.
Unos tres kilómetros más nos
separan de Vera. A medio camino, más o menos, llegaremos al poblado celtíbero
de la Oruña, situado en una colina a nuestra izquierda. Una pena el estado de abandono y dejadez de
este importante lugar. Tras iniciar el descenso ya podremos observar el
Monasterio de Veruela.
Al terminar el descenso tomaremos
la carretera asfaltada a nuestra derecha que nos lleva a unos chalets que
dejaremos a nuestra izquierda, y tras cruzar la carretera que lleva al Moncayo,
volveremos a tomar una pista. En este punto recuerdo el comentario que en su
día me hizo Pedro Ereña, al señalarme que este paraje es muy parecido al de la
Toscana. Entre álamos podremos ir observando los campos de vides que estarán
presentes casi hasta llegar a las proximidades de Alcalá de Moncayo.
El final de este precioso camino
lo marca la ermita de La Aparecida (hoy de propiedad particular) y desde misma,
tras un suave ascenso llegaremos a un cruce con la carretera que lleva a Añón y
a Alcalá.
A destacar la bella estampa que
nos ofrece el pueblo de Alcalá de Moncayo, a nuestra izquierda). Al llegar a la
carretera, nos adentraremos en la vertiente derecha del camino y, tras caminar
unos metros paralelos a la carretera, pasaremos bajo un túnel que cruza la misma
y continuaremos el trayecto paralelos a la carretera pero esta vez por la derecha. Al poco llegaremos a la
rotonda que lleva a Alcalá y a Añón y sólo nos quedará recorrer la misma un
kilómetro hasta llegar al punto en donde hemos aparcado el coche.
En definitiva, un fácil trayecto
que nos va a ofrecer la posibilidad de visitar varios municipios y unos
interesantes parajes en donde podremos disfrutar de una gran variedad de
especies animales (sobretodo aves) y de un paisaje dominado por el, ahora,
nevado Moncayo.